miércoles, 4 de mayo de 2016

La marca de un movimiento

Caminamos por los restos que dejaron los movimientos sociales a lo largo de toda Latinoamérica, desde México hasta Chile, pasando por el Caribe para luego bajar recorriendo toda la placa de Nazca, sacando un brazo gigante que cubrió Brasil, el país continente, que con sus casi 200 millones de habitantes también le decía no al abuso. Estábamos más allá de izquierdas y derechas, un movimiento auténtico que nacía de una juventud hiperconectada. Creímos que estábamos haciendo algo bien, una extraña sensación de triunfo se sentía en el ambiente, la energía que generaba  un cambio trascendental contra el poder extractivo. Contextualizando las palabras de Hunter S. Thompson; Después de algunos años, si hoy miramos la cordillera, todavía podemos ver la marca que dejó la ola más grande, ese lugar donde finalmente se rompió, para luego retroceder y desaparecer.
Hoy Latinoamérica siente cada cierto tiempo algunas réplicas de lo que fue este significativo y corto quiebre, pero que ya no son auténticas. Vuelven a tener un color y un aroma manipulado, en algunos casos abusando de lo que alguna vez fue, para sacar provecho de nuevos y viejos participantes. Nos vemos enfrentados a nuestro eterno gatopardismo, porque entre más cambian las cosas, más siguen iguales.
La corrupción pasó nuevamente a ser la portada de nuestros diarios, uno a uno han ido cayendo los líderes de todos los sectores políticos, pero esta vez se suman también los nuevos referentes junto a empresarios, policías, militares, iglesias y prácticamente cada institución que pueda ser representada por algún hombre o mujer. Los de siempre ahora son los de nunca acabar, volvemos a repetir los errores, dándoles en bandeja el poder a quienes creíamos por un segundo que estábamos derrotando.
Duró poco la esperanza de despertar a todo un continente, que adormecido y apático vuelve a mirar por la ventana lo que ocurre, alegando desde la comodidad de su celular. No hay necesidad de pasar frío en las calles. Los medios de comunicación nos cuentan que los frutos fueron pocos y que no vale la pena… y les creemos. No es de extrañar que aparezca una batería de leyes contra protestas, filtraciones, leyes mordazas, leyes estrictas, para que ese desorden que en algún momento amenazó el statu quo no vuelva a ocurrir, por lo menos no en el corto plazo, hasta que nuestro problema de memoria se haga cargo.
Vuelve a reinar la hipocresía, educando en el miedo porque tiene resultados potentes, el más tenebroso de todos es el miedo al cambio, al fracaso y por ende el miedo a atreverse. Mejor obedezcamos callados que así no pasará nada, no emprendamos que así no nos endeudaremos, mejor no opinemos porque alguien podría pensar distinto, mejor no votemos porque son todos iguales. 
Somos el letargo de un sueño que no llegó a ser, una resaca de un movimiento que creíamos era mundial, pero del que nunca nos hicimos cargo, porque no transformamos el “que se vayan todos” en “hagámonos cargo”, y así no se puede, porque para lograr cambios verdaderos hay que trabajar, pero no solos, sino que en equipos, de forma colaborativa, mirando un objetivo en común y eso al parecer no nos gusta.
Argentina se repite el plato y queda con su ex presidente y el actual en medio de acusaciones por corrupción, Chile no deja de despertar día a día con una cara nueva en la lista de poderosos y políticos corruptos que finalmente salen libres de toda culpa por arte de magia, Brasil se inventa un golpe a través de propaganda mediática y aprovechamiento de errores de uno y otro lado, abusando de la manipulación, Perú no solo se repite el plato sino que sin memoria se entrega nuevamente a su pasado más oscuro, de la mano del aumento significativo del narcotráfico superando a Colombia, México ya no es 132 y siguen esperando que vuelvan vivos, Puerto Rico quiere rememorar lo que alguna vez fue un movimiento en la UPR pero desaparece antes de formarse, Venezuela está completamente sumergida, sin visión de cambio y sin alternativas a las diferentes víctimas de la polarización, Bolivia busca enemigos externos para no ver los internos, Uruguay bien gracias, Colombia vuelve al repetido discurso de la paz para ganar o perder votos, Ecuador y Paraguay sueñan con el alza de las materias primas que les promete un eterno bien a futuro, Guatemala, El Salvador, República Dominicana y Honduras estancados con piedra firme, Panamá como nuevo representante mundial del lavado de dinero, imagen que hoy los destruye comunicacionalmente, y finalmente Haití, manteniendo su triste record de ser el país más pobre del continente sin oportunidad de levantarse solo, porque está atorado de tanta ayuda humanitaria que se terminó por hacer dependiente del control externo. Y qué nos queda, elección o reelección, como diría La Bersuit.
Desviamos el rumbo en algún momento y es hora de mirar atrás para aprender de los errores, porque de ensayos nos cansamos, pero ninguno se concreta por la falta de voluntades, no solo políticas, sino que sociales, comunitarias, responsables y compartidas, a través de un enfoque concreto, planificado, con una visión a largo plazo, sin olvidar el mediano y el corto, porque también es ahora cuando los cambios se necesitan y no solo en época de campañas.Dejemos de creernos el cuento del edén porque acá el único paraíso que vemos es fiscal.
Latinoamérica entra en un nuevo ciclo de eterno retorno, como las malas modas que vuelven a aparecer de vez en cuando, cumpliendo siempre su ciclo, porque somos una representación gráfica de Sísifo, siempre estamos en el casi, siempre pega en el palo y se devuelve, siempre nos creemos el cuento y nos dormimos.
Lo que viene podría como siempre ser bueno y malo, lamentablemente no depende ni siquiera del azar, sino de la capacidad de reacción que tengamos, de la presión que nos pongamos en los zapatos para volver a ser algo, a recuperar lo que siempre y quizás por cansancio a veces logramos, pero en el transcurso del tiempo volveremos a perder. Quizás no somos cuidadosos de nuestros triunfos y nos acomodamos entonces en el fracaso.
No seremos en la medida que no nos reconozcamos, ya que será esta la única forma de colaborar para hacer que este continente aproveche sus oportunidades y deje de quedarse mirando al cielo a ver si un mesías nos viene a salvar. De una vez por todas debemos entrar en la época del hacer, del cambiarnos a nosotros mismos para cambiar nuestro rededor, y así tal vez, tener la oportunidad de equivocarnos, pero intentándolo de verdad. Esa es la única manera de lograr avanzar, sin miedo, sin descanso, haciéndonos parte de nuestra identidad para sacar lo mejor y no lo peor de ella.
Mientras tanto, volvamos la vista a esa marca que dejo aquella ola, que parecía despertar en nosotros un cambio de mentalidad, pero que terminó desvirtuándose en una vulgar caída en espiral, destruyendo la poca confianza que quedaba a su paso, aunque esta vez con una luz de esperanza, una luz que esperamos sea tan fuerte, que parta eliminando el hongo de la corrupción y después educar en derechos y sobre todo en deberes, este último quizás representa el eslabón que se rompe cada vez que intentamos cruzar aquel umbral que hoy es solo una huella, de ola, de pasos, de Sísifo latinoamericano.  Si nos cuesta tanto por qué volver a desperdiciar todo el esfuerzo. Seamos más que una eterna leyenda.
Gonzalo Larenas

El letargo en el que andamos

¿Cómo Puerto Rico llegó hasta acá? Si miramos por el espejo retrovisor, habría que volver la vista atrás. Y regresar a la década de los 50. Desde entonces, los dos partidos principales, el Partido Nuevo Progrestista –que conglomera a los anexionistas–, y el Partido Popular Democrático –que contiene a los estadolibristas–se han repartido los hilos del poder como en una eterna partida de ping-pong. La responsabilidad no es sólo de ellos: también de los ciudadanos.
Ambos frentes políticos, sin embargo, han tenido escasos aciertos que contrastan con la debacle económica que nos azota sin remedio. Puerto Rico padece –padece, sí, como un cuerpo enfermo– una deuda que ronda los 70,000 millones de dólares. Los próximos meses, que no el futuro, conducen al desbarrancadero.
Aclaremos un par de puntos.
Puerto Rico es un país de islas que ubica en el Caribe y cuya historia política exuda el fétido olor de toda colonia. Primero fue España. Más tarde, en 1898, los Estados Unidos. En la década de los 50 se creó el ELA de la mano del gobernador Luis Muñoz Marín. El ELA, en suma, sentó las bases de nuestra condición política actual. Es decir, el Estado Libre Asociado de Puerto Rico. El enredo semántico ruboriza. Nunca tanto, sin embargo, como las amarras que esta condición con los Estados Unidos supone.
A grandes rasgos, los puertorriqueños somos ciudadanos estadounidenses y poseemos pasaporte de ese país, peleamos en sus guerras, pero no votamos para elegir a su presidente. De igual forma, nuestro comisionado residente en Washington tiene voz, pero no voto. Nuestras mercancías y provisiones, por obra y desgracia de la Ley de Cabotaje, navegan con bandera estadounidense: una de las flotas más onerosas del mundo. Varios opositores al statu quo han sido perseguidos e incluso asesinados. Lo que en su momento se ideó como una salida al paupérrimo estado del país –atrayendo capital extranjero en condiciones desfavorables para los isleños, privatizando servicios básicos indiscriminadamente y creando las condiciones para el éxodo– se alargó medio siglo como su sombra más letal.
¿Y ahora?
Aceleremos esto. El 2016 es año eleccionario. El 2016 no da más. El 2016 será recordado. O quizá se diluya en la memoria como tantas cosas más. Puerto Rico –acostumbrado a los embates meteorológicos– perece desde hace mucho, casi demasiado, en el ojo de un huracán de categoría insospechada. Es el inmovilismo como ficción o autoengaño el paliativo contra quién sabe qué. Ver, oír y nada más. Alrededor de esa aparente calma, sin embargo, palpita una amenaza  que promete dejar al país, al decir del poeta Félix Córdova Iturregui, “a la sombra de sus propias cicatrices”.
Veamos.
La educación, así como los sistemas energético y de salud conforman una tríada que naufraga sin remedio. Puerto Rico posee un cuerpo policíaco de dudosa reputación y de un tiempo a esta parte sufre un sostenido aumento tanto de impuestos, servicios básicos, como de su canasta básica. Sueldos estratosféricos a empleaduchos que serían la envidia de cualquier mandatario de Estado latinoamericano, sumado al crimen organizado como telón de fondo, nublan el panorama. Al escenario se asoma el plan propuesto por los Estados Unidos: una junta federal de control fiscal a cinco años que atenta contra todo rastro de democracia.
Recortes, medidas de austeridad, amenaza a planes de retiro, derogación de leyes ambientales, reducción del salario mínimo a jóvenes que se asoman al mercado laboral y un largo etcétera es la opción que sopesa el país del norte en aras de salvaguardar las riquezas de los bonistas. Buitres en busca de carroña. Con esta medida, los Estados Unidos claramente dan a entender que los puertorriqueños no somos capaces de ocuparnos de nuestras propias caídas. Las medidas, empero, no atentan contra la clase política local, sin duda corrupta e inepta, sino que garantizan el pago a los acreedores en desmedro de los ciudadanos. Nada nuevo bajo el sol. Y sin embargo todo nuevo bajo el sol si la sociedad civil se une para frenar semejante jugarreta económica y política.
El letargo en el que andamos preocupa y, en cambio, debería ocuparnos. Se dice que la política es el arte de lo posible. Con poca o ninguna voluntad en las altas esferas por cambiar el rumbo de alrededor de 3.5 millones de puertorriqueños, queda en estos últimos tomar las calles y organizarse.  ¿Para qué? Para hacernos cargo de nuestras propias caídas. Nada más. Nada menos.
Christian Ibarra 


¿Al lado de quién marcharemos?

 ¿Y si el opio de la sociedadHa extrapolado a las iglesiasRobado las almas más céticasOfuscándonos la dialéctica?¿Con qué embustes nos ha seducidoFurtivoTomado incluso el Ágora este lugar de ensayos, y vuelos, y luchas Que ahora, casi sin maldadNos vende cárceles como Libertad?


Al instante en que escribo esta provocación, mi país vive una nueva conmoción sociopolítica. Las investigaciones del escándalo que involucra a Petrobrás, grandes constructoras y una lista inmensa de políticos y sus partidos, llevan poco más de dos años. Si se compara a la última investigación nacional con tales dimensiones, llamada de Mensalão, la de ahora, bautizada Lava Jato, nos trae una novedad: además de políticos corruptos, llevó también a la cárcel a empresarioscorruptores, por ejemplo Marcelo Odebrecht, presidente de la gigante de la construcción en Brasil. Al inicio de las investigaciones, éste y otros acusados alegaban ser víctimas de un sistema viciado que les forzaba a pagar sobornos para que pudieran sobrevivir en el mercado. Parte de la tragedia que vivimos es que mucha gente aún participa de esta misma opinión, de que las empresas no pasen de sujetos pasivos en este juego. Hace pocos días, se ha comprobado que esta misma empresa, la Odebrecht, contaba incluso con un departamento propio para gestión de sobornos, o sea, contaba con funcionarios con la estricta finalidad de repasar dinero sucio a los partidos y políticos al frente de las licitaciones públicas.
El avance de las operaciones de la Policía Federal ha polarizado, como nunca, las opiniones de la gente. Mientras los perros grandes se pelean en la riña, la asistencia les hace barra, grita, incluso reproduce las peleas entre sí. Si la tensión entre opiniones políticas es algo ampliamente conocido, los niveles en días de crisis bordean el absurdo. En las calles, hay casos de agresiones psicológicas e incluso físicas, entre los partidarios de una y otra facción. ¿Y para qué hablar de los discursos de odio en las redes sociales? Se ataca a la gente, a sus comportamientos y posicionamientos, mientras escasean los argumentos e ideas. Sin embargo, vendría también de las investigaciones información suficiente para hacernos de nuevo hermanos: la lista de políticos agraciados por la constructora de M. Odebrecht trajo al picadero nombres fuertes que componen la oposición, quienes posaban de buenos mozos, hasta entonces. Hoy se sabe que prácticamente el 100% de los grandes partidos políticos de Brasil recibe dinero no declarado para sus campañas electorales. ¿Y cómo imaginan que quedaron los hinchas de ambos lados? Se podría pensar que, ahora sí, asumirían de una vez que el verdadero papel del Estado, como dice lo  Democrático de Derecho,es cuidar de los intereses de las oligarquías que lo han fundado. Pero las cosas nunca son tan simples. Bien por el contrario, el partidismo se ha inflamado más. El periódico español El Paípublicó un artículo intitulado Los 15 días en que Brasil enloqueció, el día 20 de marzo, justo después que el ex presidente Lula fuera conducido por la policía a prestar declaración.
Se está armando nuevo golpe en Brasil, dice en autodefensa el Partido de Los Trabajadores, PT, principal partido investigado, y al cual pertenece la presidenta de la república. Y por descarada que suene su intención, hay hechos que parecen comprobar lo que alega. Sus opositores cuentan con artillería pesada. Entre ellos están, históricamente, los dueños de los periódicos y sistemas de radio y teledifusión que, como ríos, confluyen a las cinco grandes emisoras de comunicación de masas de acá, por lo que es fácil crear un ambiente desestabilizador. En un país de 190 millones de habitantes, la edición de las noticias que les llegan, están en manos de cinco familias. Las concesiones públicas para su funcionamiento fueron adquiridas durante el régimen militar. Caso emblemático, el de la más poderosa entre todas, la Rede Globo, patrimonio de la familia Marinho: entre sus hazañas, está la no transmisión del más importante evento político que antecedería, en 1984, la vuelta de la democracia brasileña. Reunidos en la Praça da Sé, en São Paulo, más de 300 mil personas exigían el fin de la dictadura militar, pero la emisora no dio una sola nota en sus noticiarios. Algo parecido ha pasado ahora. Mientras todas las demás emisoras difundían la lista de políticos agraciados con dinero sucio, la Red Globo simplemente no se pronunció. Su supuesta imparcialidad alcanza solamente a los políticos gobernantes.
En el campo estrictamente político, los golpistas como son acusados por los del gobierno  parecen tener apoyo del mismo juez que encabeza las investigaciones, Sérgio Moro. Gozando de bastante popularidad, el magistrado se ha creído lo bastante fuerte para burlar el derecho procesal, saltar sobre la Constitución Federal, y ordenar la exposición de escuchas telefónicas autorizadas por él, en los equipos de celular del ex presidente Lula da Silva, cuyos contenidos pusieron en evidencia a la misma presidenta Dilma Roussef. Otro caso digno de curiosidad histórica y social, es que, en caso que venga a darse el proceso de impeachment llevado a cabo por la oposición contra la presidenta, todos los nombres a la sucesión son de políticos del PMDB  histriónicamente, sigla del Partido del Movimiento Democrático Brasileño – que, justo la semana pasada, abandonó la base gobernante. Sus caciquesactualizaron, desde la redemocratización, el régimen de las capitanías hereditarias, dividiendo al país en verdaderos feudos, cuando presintieron el fin del régimen militar. Dueños de eternos latifundios, dictan las directrices nacionales por detener la mayor bancada de legisladores, entre ellos el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, cuyas peripecias fueron recién denunciadas en los Panama Papers.
Para los opositores y sus seguidores, el verdadero golpe lo están armando los gobernantes. Y tampoco lo dicen sin razón: los contenidos de las escuchas telefónicas del ex presidente Lula, aunque logradas ilegalmente, dejan clara su intención, y de su partido, de interferir en los fallos de representantes del judiciario, para no sufrir las penas debidas. Otro punto interesante acerca de la poca moralidad que nos asombra, y ahora está más expuesta que nunca, es la justificativa presentada por el gobierno para sus desmandes económicos-fiscales  objeto central de las demandas jurídicas que viene sufriendo. Su alegato es que no pueden ser acusados de una práctica tan común políticamente. Dicen en alto y buen tono: si quieren demandarnos, tendrán que hacerlo también a más de 17 gobernadores y otros tantos alcaldesporque la estructura tributaria no permite hacerlo distinto. Parte de la tragedia es que es todo verdad. Los planes de responsabilidad fiscal que tenemos, sencillamente no permiten la gobernabilidad. Pero, admitirlo de esta manera es el tiro de gracia.
Entre los que apoyan la oposición, además de los defensores de sus propuestas políticas, se destaca un grupo curioso  quizá el adjetivo adecuado sea peligroso que sostiene el discurso de un supuesto a-partidismo. Levantan la voz estrictamente por el fin de la corrupción, es lo que repiten. De verdad, parecen creer que todo el problema que tenemos se resolvería con una mayor moralidad. Quieren ignorar lo que engloba la administración pública, las tensiones económicas, tributarias, la injerencia del sistema financiero internacional. Frente a la presente crisis, marchan por la salida de la coalición gobernante, pero demuestran no tener idea de quién quedará a la dirección del Ejecutivo, en caso que se realice el deseado impedimento de la presidenta, por ejemplo. Repiten que son todos ladrones, al mismo tiempo que esperan –¿mágicamente la llegada de sangre nueva en la política. ¿De dónde vendrá esta gente nueva? pregunté a un amigo. Y frente a la falta de perspectivas, lo primero que hacen es apuntar a dos o tres supuestos salvadores de la patria. Así, de inocentes se hacen peligrosos. Entre ellos ganan popularidad los ultra conservadores, quienes vienen ganando, de forma creciente, respaldo para sus viejas maniobras. Las marchas organizadas por esta ala son verdaderos desfiles de groserías. Juntos, líderes militares y religiosos, representantes de las iglesias neo-pentecostales brasileñas, militantes de la derecha estudiantil y la nata del empresariado, gritan sus demandas sexistas, su odio contra homosexuales, contra los supervivientes del régimen militar y perseguidos políticos, su poco caso con los más pobres.
¿Cuál será el mayor de los golpes?
Antes de una conclusión precipitada, una información que nos ayudará a concluir, por lo menos parcialmente, estas letras. Lo que, de inicio, pareciera una ventaja para la oposició que el contenido de los audios del ex presidente Lula se hayan hechos públicos se ha transformado en oro para el Partido de los Trabajadores estos últimos días. Luego de una buena dosis de articulación política, junto a los movimientos sociales y periodistas internacionales, a la palabra golpe se le ha añadido un sutil significado, y ahora se pasó a designar como un ataque a la democracia. La reacción popular fue casi inmediata. Se sumaron artistas, cantantes, personalidades públicas de los más distintos campos de actuación. Chico Buarque lo ha sintetizado bien, durante un acto en Río de Janeiro, el último 31 de marzo, cuando miles de personas tomaron las calles de Brasil, con el mismo grito de no va a haber golpe:Gente que ha votado al PT, gente a quien no le gusta el PT, gente que fue del PT y se ha desvinculado del partido, gente que votó a Dilma y está decepcionado con este gobierno. Pero, sobre todo, gente que no puede poner en duda la integridad de la presidenta Dilma Rousseff. Por lo tanto, claro está que estamos todos acá unidos por el aprecio a la democracia y en defensa intransigente de la democracia.
Y aquí la mas sencilla, directa e importante pregunta: ¿Qué democracia?
Preséntanos los detalles, desde el Fórum Mundial Internacional del año 2005, realizado en la ciudad de Porto Alegre, nadie menos que José SaramagoTodo se discute en este mundo, solo una cosa no se discute, la democracia. La democracia está ahí, como si fuese una especie de santa en el altar, de quien ya no se esperan milagros, está ahí como una referencia, una referencia. Y no se repara que la democracia en que vivimos es una democracia secuestrada, condicionada, amputada. Porque el poder del ciudadano, el poder de cada uno de nosotros limitase, en la esfera política, a tirar un gobierno que a nosotros no nos gusta, y a poner otro al cual quizá nos guste. Nada más. Pero las grandes decisiones son tomadas en otra esfera, y todos sabemos cuáles son. Las grandes organizaciones financieras internacionales, los FMIs, las organizaciones mundiales de comercio, los bancos mundiales, ninguno de estos organismos es democrático, por lo tanto ¿cómo podemos continuar a hablar de democracia, si aquellos que efectivamente gobiernan el mundo no son elegidos democráticamente por el pueblo? ¿Quién escoge los representantes de los países en estas organizaciones? ¿Dónde está entonces la democracia?
Felizmente, ya no somos pocos los que nos damos cuenta de semejantes engaños. Si este momento político nos llena, estratégica y declaradamente, de confusión, tenemos ejemplos suficientes, de grandes explosiones sociales de cuño verdaderamente democrático, hace bien poco tiempo, no solamente en Brasil, no solo en Latinoamérica, sino que en todo el mundo. Bien distintas a las maniobras político-partidarias que asistimos ahora, fueron las que tuvieron lugar en 2011, con otro tipo de raíces. La crisis de representatividad, la cambian por Autonomía, Autogestió acción directa, sin intermediarios, como el caso del Ocupe Estelita. Frente a los monopolios, que mantienen los sistemas de transporte urbanos bajo la lógica mercadológica, hacen valer el legítimo derecho al usufructo libre de los espacios públicos, como el Movimiento Pase Libre. Contra el poco caso de los gobiernos de derecha e izquierda, respecto del acceso a la educació quienes, bajo la luz del sistema financiero internacional, ya no guardan ninguna diferencia  exigen rebajas para las ganancias del capital especulativo, como lo ocurrido en Chile.
¿Y con la ayuda de qué partidos lo hacen? De ninguno. El movimiento es tan novedoso que ha provocado la percepción de los más distintos pensadores y observadores sociales. ¿Cómo logran alguna organización, bajo un liderazgo tan descentralizado? ¿Qué medios se utilizan para coordinarse? ¿Cuáles serán las verdaderas motivaciones que los unen? Son preguntas para las cuales estamos lejos de encontrar respuestas definitivas. El proceso está en plena marcha.
¿Saldrá de ahí alguna forma de organización que realice el sueño de gobierno del pueblo y para el pueblo¿Tendrán las celdas de estos movimientos aliento suficiente, para engendrar algo que nos brinde la infraestructura que demandamos? En pauta, una reforma sistémica y social, bien distinta a las reformas políticas alardeadas  y siempre adiadas  por los partidos que conforman los poderes legislativos que tenemos.
¿Nosotros? ¿Al lado de quién marcharemos?
Por Bruno Albuquerque
Twitter: @seujeronimoInstagram: www.instagram.com/seujeronimoFacebook: www.facebook.com/brunoalbuquerquecoach
LINKS CITADOS:

  1. Lava jato -http://m.folha.uol.com.br/poder/2014/11/1548049-entenda-a-operacao-lava-jato-da-policia-federal.shtml
  2. El País – Los 15 días -http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/19/actualidad/1458409359_011695.html
  3. Emisoras donos – http://vilsonjornalista.blogspot.com.br/2008/05/quem-o-dono-emissoras-de-rdio-e-tv-so.html?m=1
  4. PanamaPapers -http://www.bbc.com/portuguese/noticias/2016/04/160402_documentos_panama_rb.shtml?ocid=socialflow_twitter
  5. Escutas – http://googleweblight.com/?lite_url=http://m.folha.uol.com.br/poder/2016/03/1750807-ouca-a-integra-das-conversas-de-lula-reveladas-na-lava-jato.shtml&ei=9gAnEw3G&lc=pt-BR&s=1&m=12&host=www.google.com.br&ts=1460333284&sig=APY536xtNtnr2_J_qRXiE-BIOGFEhOz0gQ
  6. Comunid internac contra golpe -http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/24/actualidad/1458847577_766990.html – http://www.pragmatismopolitico.com.br/2016/03/a-repercussao-do-golpe-na-midia-internacional.html
  7. Internacional – http://elpais.com/m/tag/brasil/a/
  8. Chico – http://noticias.uol.com.br/politica/ultimas-noticias/2016/03/31/de-novo-nao-nao-vai-ter-golpe-diz-chico-buarque-em-ato-no-rio.htm
  9. Saramago em Porto Alegre 2005, no forum social -http://www.cartamaior.com.br/?/Editoria/Movimentos-Sociais/Saramago-defende-nao-utopia-e-Galeano-polemiza/2/10352
  10. Ocupe Estelita – http://www.cartamaior.com.br/?/Editoria/Politica/Ocupe-Estelita-o-movimento-de-uma-cidade-contra-as-empreiteiras/4/31086
  11. Mov passe livre – http://www.ebc.com.br/cidadania/2013/06/conheca-as-origens-do-movimento-passe-livre
  12. Chile – http://www.bbc.com/mundo/noticias/2011/08/110809_chile_estudiantes_2_vs.shtml
  13. Zizek A Tinta Vermelha – https://blogdaboitempo.com.br/2011/10/11/a-tinta-vermelha-discurso-de-slavoj-zizek-aos-manifestantes-do-movimento-occupy-wall-street/

martes, 1 de marzo de 2016

Latinoamérica y las fronteras que nos alejan

Escribir pensando en un límite de palabras para hablar acerca de límites geográficos sería un despropósito, sobre todo porque ahí radica el problema principal de nuestra región: América Latina. Las fronteras también pueden contarse mediante una reflexión interna libre, asociativa, más psicológica que geográfica. Estas nos hablan de la fragmentación total de un pueblo. Con el paso de los años, guerras, invasiones y saqueos se ha horadado la relación de hermanos separados al nacer. A ello se suman economías  y políticas truncas que promueven el desconocimiento del otro. Es entonces cuando nace el miedo, y del miedo el odio: las fronteras de hoy nos hablan de xenofobia y conflictos absurdos.
La integración latinoamericana se ha visto siempre amenazada por el fantasma del nacionalismo, la xenofobia disfrazada de patriotismo y una mentalidad violenta que busca en el enemigo externo salvar el mal manejo interno. Buscamos explicaciones llegando siempre los mismos conceptos; dinero y poder, ansias que van más allá del neoliberalismo porque son más brutales y permisivas y generan riquezas a corto plazo con poco trabajo. Esta ecuación no la imaginaban ni los mejores economistas, pues es solo realizable en países que permiten el abuso y, peor aún, que lo normalizan, generando una cultura desequilibrada, una olla a presión que cada cierto tiempo amenaza con explotar.
La manera más eficaz de controlar un ambiente hostil con autoridades que se perpetúan en sus cargos al servicio del poder económico es a través de la división. Dividir para reinar y mantener el descontento entre fronteras; buscar creerse mejor que el otro, ojalá generando algún tipo de conflicto fronterizo cada cierto tiempo que provoque unión y cohesión interna y haga olvidar al verdadero enemigo. De este modo, pues, se descarga la frustración con el vecino. Varias potencias lo han practicado en nuestro continente, ya que para ellos este representa la reserva más grande a nivel mundial de materias primas. La fórmula, entonces, es fácil: alimentar el nacionalismo. Son los que después se llevan nuestros bosques, minerales, siembras y talentos.
Nos la vendieron bien fácil: la teoría del enemigo vecino gana. La distracción está bien hecha y caemos una y otra vez en los mismos errores que nos llevan a cuestionar nuestra propia identidad en llana oposición con el de al lado.
Colombia y Venezuela, Haití y República Dominicana, El Salvador, Honduras, Guatemala y México, Chile y Bolivia, Argentina y Brasil, son solo algunos de los tantos casos que ejemplifican lo anterior. Estas fronteras, marcadas con fuego, son territorios que curiosamente la mayoría desconoce y que, lamentablemente, solo sufren quienes las habitan. Ahí está la lucha por el control de las guerrillas entre Venezuela y Colombia o las minas antipersonales en el norte de Chile.
¿En qué momento nos volvimos tan hipócritas que tuvimos cara para criticar las políticas contra inmigrantes en Europa si hacemos lo mismo, discriminando de forma violenta a quienes por distintas situaciones buscan oportunidad en países vecinos? Criticamos –con razón– lo que acontece lejos, pero nos hacemos de la vista larga cuando se crean grupos nacionalistas para golpear y asesinar inmigrantes, transformándolos en esclavos o prostitutas a través de la trata de personas que aumenta sin control en toda Latinoamérica.
Cerramos nuestras fronteras a las personas y las abrimos al dinero para que se lleven a manos llenas nuestro trabajo, sin entender que podemos ser mejores si nos unimos y, sobre todo, reconocemos.
Para buscar una solución a esta dolorosa problemática, debemos educarnos más en nuestra historia que en la de los griegos, sin desmerecer la importancia de la segunda. Es que nos saltamos del descubrimiento de América hasta nuestros días, como si nada hubiese pasado en ese intervalo centenario que produjo la crisis de identidad que hoy sufrimos.
La educación es la solución, partiendo porque en Latinoamérica tendemos a confundir dos conceptos que no tienen nada que ver uno con otro: xenofobia y patriotismo. Esto se debe a que prácticamente en ningún colegio del continente enseñan nuestra historia, lo que llama tremendamente la atención de cualquiera, menos la nuestra, que lo vivimos y lo naturalizamos. Sabemos de historia antigua occidental, del “descubrimiento” de América y de ahí nos encerramos cada uno en la historia de sus respectivos países, con sus respectivas visiones sesgadas. Ahí radica uno de los peligros más grandes de la humanidad, el de la historia única, como dice Chimamanda Adichie.
Una persona que no conoce su historia tampoco conoce su verdadera identidad, y esto es lo que le pasa a Latinoamérica, que aún no se da cuenta que tiene una historia en común, que los acontecimientos que ha vivido un país son prácticamente iguales a los que han vivido sus vecinos, con particularidades, como así también la tienen los hermanos de sangre. Venimos de una raíz en común, pero como niños mimados no nos enseñaron a compartir y nos volvemos agresivos ante cualquier absurdo motivo, y a esa agresividad la disfrazan de patriotismo.
Es triste que nos desconozcamos, que no nos reconozcamos cuando nos miramos a los ojos, es triste ver cómo nos tratamos en beneficio de personas externas, que como buenos pescadores, ante río revuelto sólo sacan ganancias. No nos damos cuenta que dejamos que nos roben, que nos estafen, que nos traten como niños.
Es hora de dejar de lado esa estupidez para retomar el camino que hemos construido paralelamente, un camino que hoy tiene a las grandes potencias con miras en la región, porque crecemos mientras ellos caen, porque aunque no lo podamos creer, hacemos las cosas bastante bien. Lo único que nos falta, como dice Raúl Rivera en su libro Nuestra Hora, es creernos el cuento, creer en lo buenos que somos y mirar lo positivo, lo negativo ya cansó a muchos. Es hora de abrir los ojos para enfrentar el futuro aceptando el pasado, y no al revés.
Debemos enfrentar nuestros problemas en forma conjunta y no separándonos más a través de nuestras fronteras para que venga otro y de forma independiente se haga cargo de todo esto con un elevado costo para nuestro futuro. Dejemos de beneficiar a otros con nuestra inseguridad, porque el miedo es la herramienta más fácil para manipular.
Si hacemos justamente lo que los grandes quieren que hagamos, así seguirán reinando, porque somos nuestro peor enemigo, nos educaron mal y les sale barato desunirnos. Caemos una y otra vez, como niños, en un juego estúpido y sin sentido cuando deberíamos estar trabajando por una integración real en Latinoamérica, no para mirar nuestro pasado, sino para aceptarlo y mirar al porvenir, es ahí donde fallamos.
De una vez por toda levantemos la voz aquellos que queremos que esto cambie, que esto avance, que Latinoamérica por fin abra los ojos y trascendamos nuestras fronteras. Es inútil tanto derramamiento de sangre. Sólo entonces nos daremos cuenta que compartimos una historia, una cultura y un futuro, y que para eso debemos estar unidos. Ya lo dijo Eduardo Galeano. “Hemos guardado un silencio muy parecido a la estupidez”.
Publicado en Diálogo UPR (http://dialogoupr.com/latinoamerica-y-las-fronteras-que-nos-alejan/) 

Introducción

Hace un tiempo atrás decidí comenzar a trabajar en un nuevo libro, con la intención de reflexionar sobre los cambios que como sociedad estamos viviendo. Un libro que busque entender la raíz de este proceso que ha influido no solo en el aspecto económico y político, sino también en lo más profundo de lo social y psicológico de cada habitante de este planeta.
Es verdad que en la historia siempre ha habido cambios, porque es lo normal dentro de un proceso evolutivo, pero estos últimos cambios en el orden mundial, que han desestabilizado el poder tal como lo conocíamos, nos llevan a un futuro incierto, que debemos entender para así proyectar y orientar el proceso de aprendizaje de esta nueva sociedad.  
Comencé entonces a leer e investigar sobre todo el tema de los cambios generacionales, los que han sido causa y efecto de lo que vivimos hoy, para así enfocar mejor mi idea de un libro, el que comenzó de inmediato a modificarse.
Mi primer objetivo entonces fue buscar entender a esta nueva generación, la que el año 2020 será el 75% de la fuerza laboral mundial, lo que significa que queda poco tiempo. Acá tuve mi primer tropiezo, lo que me ha servido para ir replanteando este proyecto una y otra vez hasta encontrarlos.
Escribir un libro que reflexione sobre una nueva generación en este continente comenzaba a perder sentido si lo quería hacer de la forma en la que estamos acostumbrados, porque solamente sería entendido por un sector, el viejo, el nuestro, y mi objetivo principal es que sea leído y entendido por esta nueva generación también, entonces había que cambiar el enfoque, pensar y reflexionar como ellos, de forma colaborativa, sin cabezas o líderes claros porque más bien funcionan bajo una estructura de desarrollo horizontal, que busca respuestas entre sus pares, compartiendo ideas y confiando en el conocimiento de los demás, buscando equipos diversos que entre todos apunten a un norte. Entonces nada de lo que había escrito tenía sentido, me di cuenta que para escribir algo necesitaba diversidad, de ideas, de pensamiento y sobre todo la confianza absoluta en un equipo. Acá es donde llego a ustedes, los necesito como colaboradores de un sentido común, un continente que busca mirar el futuro desde distintos puntos de vista, no solo intelectual sino también físico y geográfico, que venga de la mano con el enriquecimiento de lo cultural.
Por otro lado quiero pronto comenzar una investigación que nos proporcione datos reales de esta nueva generación, y aunque hay estudios y encuestas, ninguna se enfoca en nuestra región.
¿Cuál es el objetivo entonces de todo esto? Buscar una carta de navegación que nos permita entender hacia donde nos llevan los llamados “millenials” (nacidos después de 1980” y ojalá también un mejor nombre para describirlos) para así transformar esto en una herramienta que ayude al mundo empresarial, educacional, político, religioso,  etc. A entender y prepararse para los cambios que se avecinan.
Un ejemplo que me ha gustado al hablar del tema me lo dio un reconocido empresario:
“Nos prepararon para que el trabajador se sienta motivado y crearon incentivos para ello, principalmente aspectos económicos, la foto de la mansión y del yate era una caricatura de lo que los empleados querían obtener, y para eso debían trabajar, fuera o no posible. Hoy esos incentivos no sirven, no motivan, importa más el tiempo personal, las proyecciones profesionales e incluso familiares que tengan los ahora colaboradores. Buscan retomar la ética, hacer empresas que sean un aporte a la sociedad. Tienen conciencia de la responsabilidad social, le dan más valor a otras cosas que antes no eran importantes. Hay un cambio potente y tenemos que hacernos cargo, como empresarios, como profesores, como políticos o como guías sociales e incluso espirituales.”